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CONSULTA NÚMERO 17743

FECHA: 18 Dic 2012

TITULO: frente a un público formado por olivos en silencio...

CONSULTA: Hay una cuadrilla de aceituneros perdida en el tiempo.

Ocho hombres, cuatro mujeres... ellas pañuelo a la cabeza y faldones, ellos blusa negra, pantalones de pana, abarcas.... una galera de dos mulas, un carro y un galgo que llevaban atado.

Todo empezó un día de enero. Al atardecer, recogieron los mantos, las varas, las espuertas, la zaranda. Cargaron la aceituna recolectada... Era más tarde de lo habitual, habían apurado demasiado el día.

Salieron del olivar al camino. Avanzaban despacio, traqueteando el carro, platilleando la galera. Toda la cuadrilla dormitando salvo el gañán que guiaba el carro (dando cabezadas de sueño y cansancio) y el que llevaba la galera, del ramal de las mulas, andando junto a ellas y, por ello, más despierto... llevaba un cigarro encendido que era un punto de luz naranja y cálido en la tarde de gris y hielo... tras una hora, piensa que hace rato que deberían haber llegado al cruce, debería verse ya la quintería...
... pero se hace tarde, y, a su alrededor, la misma secuencia y paisaje repetido una y otra vez, como si la cuadrilla estuviera en el centro de un escenario circular y giratorio, frente a un público formado por olivos en silencio...

Anochece y no llegan a ninguna quintería. El gañan que lleva las mulas del ramal, va pensando en un suceso extraño que les ocurrió esa misma mañana: de repente, nadie sabe cómo, en un segundo y sin ponerse de acuerdo pararon el vareo, cesando el ruido de la cuadrilla, no se oía ningún pájaro, ninguna brisa, todo se volvió silencio... apenas fueron diez segundos, quizá quince... sorprendidos se miraron entre ellos, y el galgo empezó a aullar. En ese momento, volvieron a la realidad, y continuaron su trabajo.

Siguen caminando y no llegan a ninguna parte. Este gañán, preocupado, mira a su alrededor y se da cuenta de que no sale vaho de los hocicos de las mulas... tampoco hay huellas en el camino de los carros que pasaron antes que ellos... se desconcierta y ya no sabe si llevan dos, tres o cuatro horas andando... se asusta, para y despierta a los demás... no sé qué ocurre, es como si nos hubiéramos pasado de largo... la cuadrilla mira a su alrededor y, cada uno, otea la noche... ahí está Cerro Prieto -dice una de las mujeres- , veo la raya oscura de la sierra, la quintería debería estar aquí, ya tendríamos que haber llegado... se miran perplejos sin entender nada, una de las mujeres se santigua... pasan minutos eternos, y la cuadrilla sigue allí parada, de pie, sin dar crédito, mudos de asombro, desconcierto y miedo... ya es noche cerrada...
Vamos a las casas del río -dice una de las mujeres- ... allí hay más cuadrillas... quizá por el camino nos encontremos a los que han salido a buscarnos, estarán preocupados... si alguien ve alguna luz que avise. Reinician la marcha con incredulidad y miedo...

...a su alrededor, la misma secuencia repetida una y otra vez, como si ellos estuvieran en el centro de un escenario circular y giratorio, frente a un público formado por olivos en silencio...

Camino Carretas, Vereda del Cristo, La Solana, Los Hitares, La Loba... van vagando entre olivos y nunca llegan. En ocasiones paran, una hora, quizá dos, luego vuelven a moverse. Y así una noche, y otra, y otra... no se cansan, no sienten hambre, no tienen sed, porque están todos, hasta las mulas y el galgo, desorientados en el tiempo. La mañana del día que se perdieron, se paró el tiempo bajo el cielo gris y plomizo, notaron un silencio que les aturdió, pero como no se dieron cuenta de lo que pasaba, siguieron trabajando... en esos quince segundos, volvió la cadencia del tiempo, pero no la de su época. Ellos no lo sabían, y siguieron trabajando. Cuando ya salen al camino, no llegan nunca a su destino... Siguen dando vueltas, avanzando por los caminos, pasando por el mismo sitio una y otra vez...

Cuando llueve, se refugian en sus mantas empapadas, si la noche es de hielo, se bajan del carro y buscan leña, hacen montones pero nunca los encienden... los mecheros de yesca de los gañanes ya no dan chispa... vuelven al camino dejando el montón de leña perfectamente colocado, preparado para el fuego que ellos no tienen... pasan las estaciones, y ellos siguen con su carro y galera, las noches de verano, de otoño, de invierno... haciendo montones de leña que nunca prenden...

...la misma secuencia repetida, una y otra vez, como si ellos estuvieran en el centro de un escenario circular y giratorio, frente a un público formado por olivos en silencio...

Algunas madrugadas de invierno, se ven, en cualquier camino, las huellas del carro y la galera... pero desaparecen, sin que nadie se dé cuenta, borradas por los tractores madrugadores... alguna noche de verano se han encontrado, casi chocado, con algún todoterreno... deslumbrados por los faros, siempre les asusta el ruido del motor, para ellos artefacto desconocido... si alguno les viera y parase, la cuadrilla perdida en el tiempo estaría aterrorizada, aunque el gañán que lleva los ramales de las mulas de la galera quizá se atreva a pedir tabaco, que hace ya 150 años que se le terminó, tantos como llevan dando vueltas perdidos en el tiempo, y de buena gana se fumaría un cigarro...

Hoy, esta noche, siguen vagando por los caminos buscando la quintería, las sartenes de patas puestas a la lumbre, sus colchones de esparto y sus mantas de rayas pardas, cada uno, la suya... pero nunca llegan... la misma secuencia repetida una y otra vez, como si estuvieran en el centro de un escenario circular y giratorio, frente a un público formado por olivos en silencio...

  1. 18 Dic 2012 - (Cuento la historia, por si a alguien, esta recolección, se le aparece esta cuadrilla perdida en el tiempo. Consejo: si salís al campo, llevad tabaco)
  2. 22 Dic 2012 - Magnífica.
  3. 02 Oct 2013 - Me gusta

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